Bienvenidos a Una mujer conforme al corazón de Dios.
Queridas amigas, una mujer conforme al corazón de Dios es un sitio diseñado con el objeto de conocer a cada mujer de la Biblia y aprender principios básicos y prácticos para cada aspecto de nuestra vida como mujeres.
Es por ello que te invito a vivir esta experiencia conmigo, abriendo nuestro entendimiento y comprendiendo que como mujeres tenemos un rol fundamental no solo en nuestro hogar sino también en esta sociedad.
Shalom.

sábado, 14 de enero de 2012

Mujer Virtuosa ¿Quién la hallara?

Mujer Virtuosa

¿quién la hallará?
Su valor sobrepasa largamente
al de las piedras preciosas.
El corazón de su marido
confía en ella
y no carecerá de ganancias.

De ella recibe el bien y no el mal
todos los días de su vida.
Ella busca la lana y el lino,
y trabaja gustosamente
con sus manos.

Es como la nave del mercader,
que trae su pan desde lejos.
Siendo aún de noche, se levanta
para dar la comida a su familia
y la ración a sus criadas.
Considera la heredad y la compra,
y con sus propias manos planta
una viña.

Se ciñe firmemente la cintura
y esfuerza sus brazos.
Ve que van bien sus negocios;
su lámpara no se apaga de noche.
Aplica sus manos a la rueca
y sus dedos manejan el huso.
Alarga su mano al pobre;
extiende sus manos
al menesteroso.

No teme por su familia
cuando nieva,
porque toda su familia
va vestida de ropas abrigadas.
Ella se teje los tapices,
y de lino fino y de púrpura
es su vestido.

Su marido es conocido
en las puertas de la ciudad,
cuando se sienta
con los ancianos del país.

Teje telas y las vende,
y provee de cintas al mercader.
Fuerza y honor son su vestidura,
y se ríe de lo por venir.

Abre su boca con sabiduría
y la ley de la clemencia
está en su lengua.

Considera la marcha de su casa
y no come el pan en balde.
Sus hijos se levantan
y la llaman bienaventurada,
y su marido también la alaba:
“¡Muchas mujeres han hecho
el bien,
pero tú las sobrepasas a todas!”.

Engañosa es la gracia
y vana la hermosura,
pero la mujer que teme a Jehová,
esa será alabada.

¡Ofrecedle del fruto de sus manos,
y que en las puertas de la ciudad
la alaben sus hechos!

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