Bienvenidos a Una mujer conforme al corazón de Dios.
Queridas amigas, una mujer conforme al corazón de Dios es un sitio diseñado con el objeto de conocer a cada mujer de la Biblia y aprender principios básicos y prácticos para cada aspecto de nuestra vida como mujeres.
Es por ello que te invito a vivir esta experiencia conmigo, abriendo nuestro entendimiento y comprendiendo que como mujeres tenemos un rol fundamental no solo en nuestro hogar sino también en esta sociedad.
Shalom.

miércoles, 11 de enero de 2012

La mujer que toco el manto de Jesús

Vamos a la fuente: 
Jesús se fue con él [Jairo], y lo seguía una gran multitud, la cual lo apretujaba.  Había entre la gente una mujer que hacía doce años padecía de hemorragias.  Había sufrido mucho a manos de varios médicos, y se había gastado todo lo que tenía sin que le hubiera servido de nada, pues en vez de mejorar, iba de mal en peor.  
Cuando oyó hablar de Jesús, se le acercó por detrás entre la gente y le tocó el manto.  Pensaba: "Si logro tocar siquiera su ropa, quedaré sana."  Al instante cesó su hemorragia, y se dio cuenta de que su cuerpo había quedado libre de esa aflicción.  Al momento también Jesús se dio cuenta de que de él había salido poder, así que se volvió hacia la gente y preguntó: --¿Quién me ha tocado la ropa?  
Ves que te apretuja la gente le contestaron sus discípulos, y aun así preguntas: '¿Quién me ha tocado?'  
Pero Jesús seguía mirando a su alrededor para ver quién lo había hecho.  
La mujer, sabiendo lo que le había sucedido, se acercó temblando de miedo y, arrojándose a sus pies, le confesó toda la verdad.  
¡Hija, tu fe te ha sanado! le dijo Jesús. Vete en paz y queda sana de tu aflicción.  Marcos 5:24:34 

“Jesucristo es el mismo ayer, hoy y por los siglos” Hebreos 13:8 
“En realidad, sin fe es imposible agradar a Dios, ya que cualquiera que se acerca a Dios tiene que creer que Él existe y que recompensa a quienes lo buscan.” Hebreos 11:6.

Averigüemos qué pasaba en ese tiempo: 
En el tiempo que se desarrolla este episodio, el prestigio social de la mujer estaba circunscrito únicamente a ser madre algún día y a llevar bien un hogar junto con su esposo.  La enfermedad que padecía esta mujer la hacía inservible sexualmente, porque teniendo una menstruación constante desde hacía 12 años estaría permanentemente ‘impura’ y no podría ser tocada por su esposo, si lo tuviera, o le impediría contraer 
nupcias si era soltera.   
De acuerdo al libro de Levítico, en el Antiguo Testamento, la mujer en menstruación era considerada impura, así como también sería impuro todo aquel que la tocara. Si la mujer tenía el flujo de sangre fuera del tiempo de su regla normal, permanecería impura mientras esta condición durara. Esto quiere decir que la mujer que se acercó a Jesús había sido considerada legalmente “impura” durante doce años, y cualquier hombre que tuviera contacto con ella, o que tocara su cama o algún mueble en que ella se hubiera sentado, quedaría impuro también. (Levítico 15, 19-28.)  
Esta es una de las razones por las que esta pobre mujer quería tan sólo “tocar” el manto de Jesús, y no su persona, y también el motivo de que se acercara a Jesús “temblorosa” cuando se vio descubierta. Tocar a un hombre sin que él lo supiera y contagiarle su “impureza” habría merecido un severo castigo.  Jesús la sana, pero no solamente del flujo de sangre, sino del lastre que llevaba encima por ser considerada impura e intocable. El hecho de que Jesús insistiera en descubrir públicamente a la persona que le había tocado, lo muestra como liberador del yugo que la legalidad o la culpa nos impone.  
  Esta enfermedad la limitaba en desempeñar algún día el rol de madre porque no podía tener hijos.   
La limitaba en sus quehaceres diarios porque no podía tocar los utensilios domésticos debido a su impureza.   
Y lo más doloroso quizá era que debido a su enfermedad no podía ingresar al templo.   
Esta mujer estaba relegada de todo tipo de evento social y de gozar la compañía de quienes amaba. Para empeorar la situación, Marcos nos cuenta que había acudido a varios médicos, y que había perdido en ese intento todo su dinero infructuosamente. 

Tengamos en cuenta que Las leyes de purificación del Antiguo Testamento relacionadas con la menstruación tenían un ingrediente referido a la higiene y a las consideraciones sanitarias propias de la peregrinación por el desierto. No obstante, aun después de esa situación particular, se siguió considerando la purificación como un elemento básico en el trato a la mujer. 
Durante su período, la mujer era aislada completamente. Hasta los familiares más cercanos tenían prohibido en dicho momento acercarse a la mujer menstruante, por temor a quedar impuros.  
Hoy nos parece que aquello no sólo era absurdo, sino también una señal de ignorancia; pero, no obstante, era lo que se practicaba como señal inequívoca de que Dios así lo había así indicado.
   
Esta mujer estaba desesperada, el flagelo de esta enfermedad la había destituido de su rol en la sociedad, no tenía opciones, sólo quedaba una puerta por tocar y ella decide hacerlo: no iría frente a Jesús a postrarse y pedir ayuda, como lo acababa de hacer Jairo. 
Ella no podía presentarse delante de nadie debido a su impureza, esta mujer sólo quería tocar el borde del manto de Jesús para de esta manera no contaminarle, pero sí para recibir sanidad.  Observemos con detenimiento: 
En medio de la más oscura adversidad, aún cuando a esta mujer todo “le iba de mal en peor” ella decide que no podía seguir viviendo de esa forma, dejó la autocompasión, la desesperanza, la resignación, la apatía y decide creer. 
Ella va convencida detrás de Jesús, el texto nos dice: “Pensaba [la mujer]: ‘Si logro tocar siquiera su ropa, quedaré sana’." (v. 28)  
Y efectivamente, Jesús la sana, pero Él no permite que ella continúe en el anonimato,  

  •  Insiste en preguntar quién le tocó,  
  •  La pone delante de todos, 
  •  La felicita por su fe (ojo que en el verso 34 le dice “hija” vocablo que no utilizó con ninguna otra mujer… de hecho que fue música para los oídos de una mujer marginada durante 12 años) 

Jesús le devuelve su estatus, su dignidad, ella ahora estaba apta para vivir una vida normal. 
Jesús sabe diferenciar lo que es ser apretujado por una multitud versus lo que es que alguien le toque con fe.   
Jesús aún hoy está dispuesto a responder cuando decidimos creer y elegimos extender nuestras manos hacia Él. 
Shalom !!

1 comentario:

  1. Es hermoso este mensaje y darnos del gran amor de nuestro Dios. Bendiciones hermana

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